Pan de mujer con relleno de calabaza

Mi hermana a veces me cae muy gorda, bueno, creo que en realidad lo que tengo es envidia. Resulta que ella también vive lejos del terruño pero dos veces al año regresa a visitar a la familia y vuelve a su casa cargada de camarones, papas, sal (de verdad, hasta sal lleva), cabrerías, diezmillo para asar (como si en Guanajuato no hubiera vacas), coricos, tamales, pescado, machaca y como mil empanadas de calabaza (bueno, 100). Los pobres hijos van todos apachurrados, llevarán sus cosas una bolsa de plástico de la Ley pero el espacio de sus amadas hieleras es sagrado. Es su guardadito de sabor sinaloense para 6 meses, es lo que le carga la pila cuando el corazón está apachurrado por la nostalgia. Y me cae gorda porque yo nomas puedo cargar con 23 kilos, tengo que cruzar dos aduanas, y me daría un infarto si me tiran algo. Ya me imagino diciéndole al guardia: Pereme tantito, présteme un micro que me voy a comer los tamales aquí.

Así que hace unos meses que se me antojó comer empanadas de calabaza tuve que empezar por googlear recetas, preguntarle a mi mamá y correr al super por los ingredientes. Llegué al super, escogí la calabaza que se me hizo lo más parecida a las que hay en mi tierra. Encontrar piloncillo fue otro boleto. Al final se lo encargué a mi amiga Graciela que conoce una tienda de ingredientes latinos. Me compró una pieza de "panela" colombiana como de medio kilo y la canela en raja la compré en una tienda de ingredientes hindúes. Perfecto ejemplo de globalización: Calabaza australiana, panela colombiana, canela hindú para hacer empanadas mexicanas. ¿Qué tal, eh? 

Dijo mi mamá que para cocer la calabaza hay que partirla, quitarle las semillas y dejarla orear toda la noche. Y seguí sus instrucciones al pie de la letra, más o menos. Luego que la pusiera en una olla en tandas, cáscara para abajo la primera y cáscara para arriba la última. Acomodar la canela y el piloncillo y poner a cocer a fuego medio. Pero en google decía agregar agua, mi mamá me dijo que no y yo le puse nomas por aquello de no te entumas. La tapé y deje que se cociera a fuego medio.




Cuando fui a revisar como iba la cocción, me encuentro con que parecía ¡sopa de calabaza! Tenía razón mi mamá, no necesitaba agua. Así que la destapé y la deje hervir y hervir para que se consumiera el líquido. Cuando volví a revisarla la pobre calabaza estaba tan cocida que ya pedía esquina. La quité del fuego y dejé enfriar. Ya fría le quité la cáscara, la hice puré y la puse al fuego otra vez. Pero seguía con mucho líquido para mi gusto. Así que me cansé, la guarde en bolsas ziploc y la congele. Congelado se quedó el antojo también.

Meses después...

Llegué a mi casa a encontrar una notificación del correo: Un paquete no pudo ser entregado, favor de pasar por el a la oficina de correos más cercana. ¡La emoción! Un paquete inesperado. Al día siguiente rápida y veloz llegué a la oficina en cuanto abrieron, bueno, más bien llegó Mr. Iloveyou porque con el cuento de que yo todavía no tenía identificación oficial como Mrs. Iloveyou pues lo mandé a él para que no me la hicieran de tos. 

Me entregó un paquete de buen tamaño envuelto en un sobre café, lleno de estampillas mexicanas. El corazón me dio un brinco. Rompí el sobre y me encuentro la portada de un libro: "El saber del sabor Sinaloense" de Alma Cervantes Cota. Me lo hizo llegar un amigo, al que debo todos mis respetos. La boca se me hizo agua repasando las recetas y debo decir que TODO se me antojo... Bueno, no todo, hay un postre que se llama "Zorrillo" que la verdad no se me antoja para nada, no me asombra que haya caído en desuso. Pero lo bueno fue que me encontré con la receta del famoso pan de mujer. Antojo descongelado.


Saqué a descongelar el puré de calabaza. Lo puse a hervir otra vez, alguna vez vi que así le hizo mi madre cuando quiso hacer pasta de calabaza para un pay, y lo dejé hasta que tuvo la consistencia adecuada. Leí bien la receta de la masa para el pan, formé todos los ingredientes por orden y puse manos a la obra mientras platicaba vía facetime con mi hermana. Batí y batí hasta que sentí que me faltaba el aire y la bendita masa seguía pegajosa. Le puse más harina, que no decía la receta, y al final me di por vencida y la puse a reposar en el horno. No se cuántas veces pensé: ¿Por qué no se viene una señora del Pochotal a vivir cerca de mi casa?

Dos horas después seguía como piedra. Así que recurrí de nuevo a san google. Encontré un blog que se llama Flan y Caramelo y ahí tienen una receta ilustrada con fotografías paso a paso. No puede ser que ni así le atine, pensé. Los ingredientes eran un poco diferentes y la manera de agregar la levadura también. Lo mejor es que claramente se veía en las fotos que la autora hace uso de la batidora, ¡que mujer más inteligente! Seguí sus pasos y sus instrucciones, puse a reposar la masa en un lugar cálido y el primer intento lo lleve a la basura.

Dos horas después tenía una masa esponjada que olía delicioso y una sonrisa de oreja a oreja. Para terminar las empanadas pedí ayuda a mi suegra y a Rachel, que estaba invitada a cenar, y formamos una línea de ensamble: Yo apachurraba las bolitas en la placa de las tortillas, mi suegra ponía el relleno, Rachel cerraba las empanadas y las acomodaba en la charola para hornear. Ya listas las dejamos reposar alrededor de 1 hora. Horneamos durante 20 minutos, barnizamos con jarabe de piloncillo al salir del horno, y en cuanto pudimos les hincamos el diente. No, no, no, no saben lo que sentí en cuanto las probé- transportación instantánea al terruño. No quedarían igualitas, pero a mi me supieron a gloria. Ese fin de semana no comí más que empanadas. Panza llena, corazón contento.

Puré de calabaza
1 calabaza mediana, cortada en trozos, sin semillas
2 conos de piloncillo, 500 grs.
1 o 2 varitas de canela.

Poner todos los ingredientes en una olla a fuego medio, dejar cocer. Para hacer la pasta quitar la cáscara y apachurrar con un moledor de papas o un tenedor. 
Debe de quedar una pasta medio seca para que no se salga de las empanadas.

Pan de mujer
1 kilo de harina
2 cucharadas de levadura
1 taza de azúcar
100 grs. de manteca vegetal, yo use mantequilla
1 pizca de sal
agua tibia, la necesaria

En un recipiente mediano disolver la levadura y una cucharada de azúcar en media taza de agua tibia. Dejar reposar hasta que doble su tamaño.

En otro recipiente mezclar harina, el resto del azúcar y agregar la mezcla de la levadura. Batir agregando el agua poco a poco. Batir bien y agregar la manteca. Cuando la masa este bien incorporada y no este pegajosa, ponerle un poco de aceite para que no se reseque, taparla y dejar reposar en un lugar cálido y sin corrientes de aire durante una hora, hasta que doble o triplique su volumen.  

Con cuidado ponchar la masa y formar las empanadas o panes. Colocar en una charola, dejar reposar 30 minutos o hasta que aumenten de volumen y hornear durante 20 minutos a 180 C. Cuando lo saquen del horno, barnizar las empanadas con una miel ligera de agua y azúcar o piloncillo.

Comentarios

  1. Hola solo te queria agradecer por la receta, hace tiempo que mi esposo me estaba pidiendo esas empanadas que la verdad ni idea de como se hacian. Ayer precisamente encontre tu receta y hoy compre los ingredientes y puse manos a la obra, con buenos resultados. Saludos!!!

    ResponderEliminar
  2. Hola, mujer,
    Me tienes doblada de la risa, me encanto tu post! Y ni se diga la receta - las empanadas quedaron buenisima!!
    Muchas gracias por poner la receta como debe ser. Hay mucha gente a la que no les gusta compartir recetas y ahora con (como le dices tu) San Google, se fregaron!! Se encuentran todas las recetas y con todo tipo de variaciones. Gracias y saludos!

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias por leerme y qué gusto que les hayan quedado sabrosas las empanadas, un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario